Trasfondos de Aljucer
Buscando...
lunes, 23 de marzo de 2020

Altura de miras

Trasfondo n º 109

Vista desde el lado sur del campanario de la torre de la Iglesia de Aljucer

Qué suerte tengo de iniciar mis reflexiones desde magníficas fotografías de Ricardo. Es todo un lujo, porque son fotografías bellas, con alma, con intención, con ganas de comunicar muchas cosas. Ahora que hemos vuelto a la carga, lo hacemos, ambos, con ganas, renovados, con fuerza, con mucho que decir.

Éste es el segundo trasfondo que escribimos en tiempos de coronavirus, un tiempo excepcional, extraordinario, paradójico, que nos está llevando a un lugar nuevo, poco transitado, un lugar en el que no solemos estar, incluso, en el que no queremos estar, en el que no queremos permanecer, que nos está demandando un esfuerzo, grande, doloroso, que nos aleja de los demás pero que nos empuja a entrar dentro de nosotros y convivir con nosotros mismos y lo que somos, lo que creemos, lo que pensamos, lo que sentimos. Nos obliga a encerrarnos para poder salir, a contenernos para luchar, a tener esperanza en un mar de temores y miedos. 

Y va Ricardo, y me propone esta fotografía. Nunca pensamos que el campanario de la Iglesia de Aljucer iba a servirnos de inspiración para hablar del sufrimiento y también de la esperanza ante una pandemia como la que nos ataca. Y es que, aprovechando lo que nos ofrece la fotografía y lo que significa la propia torre, sólo queremos compartir contigo qué estamos sintiendo y cómo afrontamos esta guerra contra el virus. Nos acercaremos, primeramente, al campanario, a la torre. 

La torre de la iglesia es una atalaya, un mirador, un lugar que te permite mirar más allá de dónde habitualmente puedes ver. Su propia esencia como construcción es ser un punto de referencia, un lugar desde el que observar y desde el cual transmitir. De ahí, el papel de las campanas y del reloj, marcando, poniendo ritmo y orden a una realidad imprecisa que hacemos precisa por nuestros medios. 

Su robustez y empaque llama la atención del que mira, del que oye, del que percibe, y, a su vez, la misma, es generador de mensajes.

Desde esta atalaya, se puede mirar, en varias direcciones. Al este, de donde nace la vida y por el que sale el sol; al oeste, símbolo de la muerte y la oscuridad; al norte, que, frío, da su espalda a la luz del sol; y al sur, abierto a la luz, a la vida, orientado a mirar cara a cara el discurrir del día. 

Mirando hacia cada punto cardinal, hay una panorama que observar. Montañas altas y escarpadas cercanas, llenas de vida, al sur y al oeste, la Sierra del Valle - Carrascoy; cerros suaves, salinos y áridos al norte; y una llanura feraz al este, el río, la Ciudad de Murcia, la huerta oriental y, sólo a lo lejos, montañas cortantes y afiladas. 

Por otro lado, la torre, por el crecimiento de Aljucer, queda justo en un lugar central de la población. Aunque ahora su influencia es menor y su lenguaje, las campanas, el idioma de la torre, no es entendido por todos los que la rodean, no deja de mandar mensajes asociados a emociones y sentimientos, ya estén unidos a la vida o a la muerte. Mensajes tristes o alegres, dolorosos o gozosos. En todo caso, su mensaje depende tanto del emisor como el receptor, como en cualquier ejercicio de comunicación. 

Una vez que nos hemos fijado en este gigante de piedra y ladrillo, volvemos a la fotografía. En ella podemos ver una panorámica desde el centro de la torre hacia el sur, recordemos, enfocado a la luz y a la vida, teniendo en primer plano, la reja que protege a aquél que sube al campanario y que, antiguamente, a mano, tocaba la campana. Desde ahí se puede ver, en primer plano, la cúpula del crucero de la iglesia, núcleo central de la misma y que es, actualmente, el edificio en pie con más años de la localidad, es decir lo más antiguo del pueblo, un símbolo de nuestro pasado. En segundo plano, podemos ver la expansión actual del pueblo, relativamente reciente y que es el centro vital del pueblo en el que se concentra la vida en el presente. Al fondo, las montañas, de las que hemos hablado antes, que vamos a colocar como un destino, un lugar al que llegar, en el futuro, y hasta el que nos queda camino que recorrer.

No hay azar en el enfoque, ni poca intención en la descripción, subjetiva, que de esta foto estamos haciendo. 

En el fondo, para nosotros, esta guerra contra el virus nos empuja a alinear nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, de ahí, que en una sola mirada, tengamos los tres planos que nos permiten reflexionar de dónde venimos, qué estamos haciendo para estar en la situación en la que estamos, y hacia dónde nos dirigimos. 

Sin embargo, esa mirada, que abarca estos tres planos temporales, nos exige un esfuerzo de observación. Nos pide que tratemos de salir de nuestra perspectiva cotidiana para hacerlo con altura de miras. Por ello tenemos que subir a esa torre, que somos nosotros mismos, preguntándonos, reflexionando, alejándonos de los demás, aislándonos, para poder pensar y mirar con mayor claridad, y con el objetivo de bajar de nuevo a la tierra, para caminar con fuerza y con paso decidido hacia dónde decidamos dirigirnos. La reja de la fotografía es el símbolo del confinamiento que estamos viviendo, parapetados tras ella, por obligación. 

Llegados a este punto, el mensaje que te queremos transmitir es que, desde la realidad que vivimos, que es la que es, puedes decidir si subir al campanario o quedarte al ras del suelo. Si subes, puedes plantearte reflexionar y observar, con ojos de pensamiento crítico, o bien subir perderte y huir, haciendo oídos sordos. Finalmente, tu decides si volver a bajar y, transformado, convertido en campanario, resuene y difunda mensajes y actitudes que contribuyan a combatir con fuerza este virus que nos ha paralizado. 

Haciendo cada uno su parte, nos convertiremos en torres robustas, lanzando mensajes diáfanos que permitan caminar hacia el futuro, juntos, coordinados, desde la reflexión, el esfuerzo, el sufrimiento, pero también la decisión, la valentía y la esperanza. 

Ánimo a todos. Conseguiremos superar esta situación. 

Y, como no, gracias por seguirnos y leernos. 

Ginés Marín Iniesta 

 
Back to top!