Trasfondos de Aljucer
Buscando...
lunes, 13 de noviembre de 2017

¡Que no son cloacas!

Trasfondo n º 98

Aljucereños de edades diversas, plantando árboles y arbustos en el Partidor Nuevo.

Hoy os presentamos un trasfondo de celebración, y de denuncia.

De celebración porque, por primera vez, invitamos a que sea protagonista de nuestros trasfondos un amigo que comparta el interés Aljucer y los aljucereños. Nos referimos a Francisco José Lorente Romero, al que nosotros llamamos Fran. 

Una persona inquieta, cercana, abierta, amable, generosa, sencilla que tiene un hueco con su nombre en nuestro corazón. 

Fran es un aljucereño que se apunta a hacer de este pueblo algo diferente aportando su granico de arena. Y nosotros queremos que lo conozcáis. 

Fran, como hace Ricardo habitualmente, ha elegido una foto de un momento que vivimos en Aljucer. 

Es una foto del quijero de la acequia mayor a la altura del Partidor Nuevo, con personas de diferentes edades, plantando árboles y arbustos. Una foto que muestra la belleza que el lugar atesora y la acción de unos aljucereños que se han asomado a la acequia con buenos fines. 

Ese es el segundo motivo de celebración, que un grupo de aljucereños de diferentes edades y generaciones se reunió el pasado sábado 11 de noviembre de 2017 con el objetivo de plantar árboles y arbustos en un quijero de la Acequia Mayor Alquibla o de Barreras, en el paraje conocido por todos como Partidor Nuevo. Así, sin más, no parece gran cosa. 

Por eso se hace necesario explicaros qué está pasando. Sólo conociendo se puede crear un vínculo y nosotros queremos haceros conscientes del vínculo que estamos tratando de crear entre nuestro medio y los que vivimos en este lugar. 

Empezamos por lo peor. Como sabéis, las acequias de la red de regadío de la Huerta de Murcia, desde hace décadas, se han convertido en auténticas cloacas, llenas de basura que todos echamos en estos canales y que han deteriorado gravemente este patrimonio, no sólo arquitectónico, no sólo ambiental, sino también cultural. 

Les hemos dado la espalda a todo lo que han aportado y aportan, a todo lo que aún sucede en ellas y que, en ocasiones, es invisible, por olvido, por indiferencia o, simplemente, por ignorancia. 

Por tanto, poner a las acequias como protagonistas, las sitúa en un lugar diferente al que las habíamos relegado en los últimos tiempos. 

Dos iniciativas se encaminan a cambiar la mirada hacia ellas, que, casualmente, se están dando cita en Aljucer en el momento en el que escribimos este trasfondo, son el Taller de Patrimonio Hidráulico llamado "Aljucer, El Legado del Agua" del que ya hablamos en ele trasfondo anterior, y las actividades desarrolladas por el Proyecto Anguila. 

Pero, ¿Qué es el Proyecto Anguila? Aunque ponemos un enlace para que vosotros mismos podáis investigar lo que queráis, para nosotros la anguila es el destino, aunque lo realmente interesante es el camino que tenemos que recorrer para que la anguila sea una realidad en nuestras acequias. 

La anguila es un pez que tiene una peculiares características. Aparte de la forma alargada que todos conocemos, es un animal que puede vivir en agua dulce y en agua salada, que tiene unas costumbres muy peculiares, ya que hace un viaje tras oceánico en su ciclo de vida, marcando su vida, el viaje entre América y Europa. Unas características muy interesantes, entre otras, que os harán ver de otra forma este animal. 

Pues bien, las anguilas estaban presentes en las acequias hace años, pero desaparecieron. Hace unos años, en la acequia mayor, la misma que pasa por Aljucer, en Puebla de Soto, aguas arriba, en uno de los partidores de ésta, se detectaron ejemplares de anguilas. 

Este hito, hizo que se pusiera en marcha la Asociación Columbares para organizar un proyecto para conocer cuále era la situación de éstas en la Huerta de Murcia. 

De ese proyecto, quedo patente la presencia de anguilas, aunque muy escasa, abriendo la posibilidad de que, si habían llegado sin forzarlas, quizás, si le hacemos que lleguen más fácilmente, quizás volveremos a tener más vida en las acequias, con una especie tradicional de la zona, que sea la constatación de que las aguas están en buen estado y de que es posible recuperar nuestros cauces. 

Y alguien puede preguntarse si los perdimos. Quizás no los hemos perdido del todo, quizás los estamos dejando perder. 

La acequia no sólo es el cauce por donde pasa el agua, con sus peculiaridades en el trazado y la construcción, también es la fauna que alberga, la flora asociada que acoge, los usos y costumbres que, de generación en generación se han desarrollado en la cultura de este lugar en el que vivimos y que nos ha configurado cómo somos. 

Han dado lugar a diferentes trabajos, costumbres, formas de relacionarse las personas con su entorno, relacionados, en muchas ocasiones, con un respeto importante al medio que ha permitido a generaciones enteras sobrevivir. 

Poco a poco hemos ido perdiendo la fauna, la flora, hemos abandonado las construcciones, hemos olvidado cómo se ganaban la vida y cómo sobrevivían gracias al agua que aún sigue pasando por las acequias y que nosotros, lamentablemente, a ese gran tesoro que ha llegado a nosotros través de los siglos, lo estamos dilapidando y malgastando, olvidándonos de quiénes hemos sido y qué ha configurado nuestras raíces. 

El cauce parece una cloaca, y hace difícil que la vida pueda alojarse de nuevo en los cauces en todo su esplendor. Por tanto, hay mucho abandono, muchas cosas por hacer que se pueden empezar a realizar paso a paso. 

El camino es largo y difícil. Décadas de abandono, nos sitúan, como comunidad, ante un reto que tendrá fruto a medio plazo, si nos ponemos a trabajar juntos y cambiar nuestra mirada sobre las acequias. 

Las acequias pueden ser nuestra seña de identidad, pueden ser la explicación a cómo somos y cómo éramos como comunidad y nos puede ayudar a proyectarnos hacia el futuro con una idea clara. 

Cuidar nuestro entorno es cuidarnos a nosotros mismos, pues es el lugar donde tenemos que vivir. De la calidad de lo que nos rodea que, entre todos construyamos, depende el bienestar común. No ser respetuosos con el entorno, es despreciarnos a nosotros mismos. 

Por tanto, que unas cuantas personas, se asomen a la acequia, le den protagonismo, se conciencien de lo que ofreció, de lo que ofrece y lo que puede ofrecer, es una noticia que trae esperanza. 

No es tan difícil, es posible hacer algo para que las acequias puedan dejar de ser cloacas y convertirse de nuevo en canales dispuestos para la vida. Cuantos más seamos los que conozcamos nuestras acequias, lo que dan, lo que quitan, sus historias, tanto buenas como malas, y todo el acervo cultural y saber de generaciones, quizás podamos recuperarlas y puedan convertirse en un orgullos y en una forma de disfrutar, más, de lo que nos rodea. 

Otro de los motivos de satisfacción de la acción del otro día, es que pudimos asistir a un intercambio de saberes intergeneracional, que hace los niños y los jóvenes escuchen y aprendan de los mayores, lo que aún le da más valor y hace más sugestiva la empresa de recuperar nuestro patrimonio juntos antes de que sea demasiado tarde. 

Nosotros sólo vemos oportunidades. Los vecinos, apoyados por nuestros representantes políticos y las instituciones de todo tipo que se sumen a esta forma de remirar alrededor, seremos capaces de muchas cosas, sabiendo que el camino no será fácil ni rápido, pero que, paso a paso, lo haremos posible si así lo queremos.  Y en el camino podemos disfrutar de reencontrarnos entre nosotros y con el entorno que nos rodea. 

Y recordad que las acequias no son cloacas. Las basuras, a los contenedores....

Gracias a todos por seguirnos y a Fran, especialmente, de parte de Ricardo y mía, por su disposición a participar en este trasfondo. 

Muchas gracias. 

Ginés Marín Iniesta 

 
Back to top!