Trasfondos de Aljucer
Buscando...
domingo, 29 de enero de 2017

El poder devastador de una mierda

Trasfondo n º 91:

Restos orgánicos de algún ser vivo en un callejón de Aljucer. Uno de muchos. 


Hay una canción bastante seria de Juanes, relacionada con el drama de las minas anti personas, que nos viene a la cabeza y de la que rescatamos parte de su letra por lo tiene que ver con el tema que tratamos. 

La letra dice "Fíjate bien, donde pisas, fíjate cuando caminas". Sin querer hacer ningún tipo de símil con la canción, ya que trata un tema muy serio, queremos recoger esta advertencia porque es precisamente lo que os recomendamos ante la visión de los elementos que, de forma tan clara y protagonista, ha recogido Ricardo en una de sus sensacionales fotografías. 

Una tarde de enero de 2017, aunque podría haber sido cualquier otro día, en el callejón de Aljucer que une la Calle Mayor y el Campo de la Elisa, encontré una multitud de restos orgánicos de seres vivos poblando varias partes de la vía que he mencionado. Su disposición hacía imposible el caminar sin verte obligado a tomar precauciones sobre cómo atravesar dicho tramo sin que tu pie impactara con uno de estos restos que se desintegran al contacto dejando una estela de aroma y suciedad de molesto recuerdo y difícil y trabajosa desaparición. Es decir, provocando daños colaterales. 

Lo primero, fue un gran enfado, por el fastidio que suponía el ir evitando pisar estas deposiciones. Pero más tarde pensamos que podría ser interesante reflexionar un poco y compartir con todos vosotros nuestras reflexiones, lo que significaba transformar el enfado en algo que pudiera construir, de alguna forma. Ahí va. 

Descartando que los restos que nos encontramos son humanos, sólo cabe una posibilidad y es que éstos sean caninos. Quizás porque hay una población muy alta de estos seres en nuestro pueblo. 

Y es que, independientemente del cariño que le tengamos o no a estos animales, que fluctúa dependiendo de la persona a la que le preguntas, es evidente que hay un problema relacionado con estos restos, sus productores y depositantes, y los cómplices de dicha acción que nos dejan pistas, en algunas ocasiones, abundantes, de estos hechos. 

En principio, este hecho no deja de ser una anécdota, si no fuera por todo lo que evidencia con respecto a los acompañantes de dichos seres. Esas personas que acompañan a dichos canes no son extraterrestres que han venido de otro lugar, sino que son vecinos nuestros que viven con nosotros, que comparten espacios y lugares. 

Este hecho es muy sorprendente, es un indicio de un gran problema que arrastramos en Aljucer y, quizás, en muchos otros sitios, pero que aquí es una realidad. 

El problema se llama FALTA DE RESPETO. 

Falta de respeto hacia uno mismo, ya que, al no recoger los restos depositados en la vía pública de la animal al que acompañas y cuyo cuidado es responsabilidad de dicha persona, evidencia su falta de formación y de educación. 

Si al suceder dicha deposición, alguien es testigo de dicho acontecimiento, la imagen que proyectamos hacia esa otra persona, dice muy poco de nosotros mismos, por lo que no estamos cuidando nuestra imagen ni nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos.

Si no hay testigos, y somos conscientes de lo que ocurre, y nos avergonzamos, lo mantenemos en silencio pero no limpiamos aquello que nuestro acompañante canino ha depositado, esa actitud de auto engaño y auto encubrimiento, no deja de ser una forma más de faltarnos al respeto. 

Si no somos capaces de respetarnos a nosotros, esa actitud irrespetuosa se concreta en una comportamiento que tampoco respeta a los demás, lo que agrava la situación inicial, que, en cierto modo, sólo se refería a nosotros mismos. 

La evidencia canina se concreta entonces en un insulto para cualquiera que se encuentra con ella. De tal forma que esa falta de respeto es, algo así, como doble. 

De tal forma que, un resto orgánico de un animal en medio de una calle se convierte en un insulto silencioso entre el que lo permite y el que lo sufre. Si tenemos en cuenta el número de deposiciones caninas que nos podemos encontrar en algunas ocasiones, podemos presumir que la relación entre los que habitamos este pueblo es bastante mejorable. 

Pero es que, además, la visión de calles con gran número de este tipo de restos, nos devuelve una imagen de suciedad y de dejadez, a todos, como comunidad, bastante mala, que termina haciendo percibirnos a nosotros y a los que nos rodean de una forma perniciosa y generalizando en los que significa Aljucer y la imagen que muestra como fruto de todo lo que hacemos los que residimos en él.

En el caso de tolerar este tipo de situaciones, lo que hacemos es contribuir a ello, al igual que el dueño del perro que permitió la deposición, por lo que, de nuevo, el nulo poder de las heces animales se convierte en una potente bomba destructiva que va destruyendo nuestro respeto y nuestra atención y cuidado a nosotros mismos y a los que nos rodean. 

A estas alturas es evidente que, si a alguna persona le ha ocurrido algo relacionado con este tema, tiene posibilidades de reflexionar y ver en qué sentido puede cambiar su actitud para cambiar esta situación y mejorar su realidad y su entorno. 

El análisis del tema que abordamos se vuelve aún más raro si tenemos en cuenta que, muy cerca de donde encontramos estos restos, uno de los cuales hemos fotografiado, a unos 500 metros se sitúa uno de las dos zonas de esparcimiento canino que ha construido el Ayuntamiento de Murcia hace muy pocas fechas y que, de forma sorprendente, ha sido de rápida y fácil ejecución. 

Se hace más amarga aún la reflexión tras la construcción de estas infraestructuras. Ya existen, se han gastado recursos de todos los que contribuimos para la creación de estos espacios y, sin embargo, algunas personas no hacen el uso que conviene al bien común de las zona públicas. 

Por tanto, el problema no está en el perro, ni en su deposición, sino en la actitud con que afrontamos la misma. Y lo que nos devuelve esta imagen y la reflexión sobre ella es que tenemos mucho que aprender y que cambiar si queremos ser mejores como comunidad ya que el cambio se evidencia en pequeños actos que, encadenados, pueden cambiar nuestra realidad y la forma de relacionarnos entre nosotros. 

¿Y si aplicáramos este principio de respetarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean en pequeños gestos y en pequeñas acciones cotidianas? ¿Y si tuviéramos en cuenta a los demás y buscáramos el bien común en acciones pequeñas? ¿Y si pensamos en cómo podemos neutralizar el poder de una mierda? 

¿Y si construimos soluciones que nos hagan poderosos ante los complejos y falta de cariño que nos tenemos y que se evidencian en las  variadas realidades de nuestro pueblo?

Nosotros somos poderosos, está en nuestras manos, sólo tenemos que ejercitar nuestro poder para cambiar nuestra realidad. Reflexionemos, analicemos y pongámonos en marcha, nadie lo va a hacer por nosotros. 

Te invitamos a que, al menos, te lo plantees. Gracias por seguirnos. 

Ginés Marín Iniesta 

 
Back to top!