Trasfondos de Aljucer
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martes, 26 de enero de 2016

Turbedal al aire o el milagro de ser invisible

Trasfondo n º 79:

     Cauce de la Acequia del Turbedal, al aire, con todo su esplendor, en El palmar, muy cerca de Aljucer. 

Fue una tarde de marzo del año 2015. Ricardo, Pepe y yo fuimos a andar un ratico, para hacer algo de deporte. 

Pepe vive en esa zona que está en El Palmar, pero muy cerca de Aljucer. En una de esos lugares que están algo lejos del núcleo de población al que pertenecen. En ellos, los habitantes, aún perteneciendo al núcleo más lejano hacen su vida en el que tienen más cerca. Pepe es de éstos. Es un aljucereño que vive en El Palmar, o un palmareño que hace su vida en Aljucer. 

Y pasamos a recogerlo para irnos camino de las montañas. 

Cuando llegamos a la puerta de su casa, nos fijamos en el fondo del camino. Había una acequia, majestuosa, con sus meandros, con sus quijeros. Un pedazo de paraíso que, a primera vista, era invisible desde cualquier otro ángulo. 

Ante la belleza de tal cauce, preguntamos a Pepe qué acequia era aquella. Él, sin dudarlo un momento, nos dijo, rotundo, que era la Acequia del Turbedal, a lo que contestamos que no era posible, ya que la habían "tapado" toda desde más arriba de San Ginés hasta más allá de Aljucer, haciendo una "funcional" carretera que llaman los hacendados, algo así como "Vía de Servicio".

La respuesta de Pepe no pudo tener más sentido común, la habían tapado toda excepto este tramo, pues, al existir tantos meandros costaba más trabajo y dinero que hacerla recta, por donde, ahora, va el nuevo camino que, por cierto, se ha hundido y que ha estado, durante mucho tiempo cortado al paso.  

La acequia ha quedado oculta, rodeada de tierras de cultivo, pero, al fin y al cabo, abierta, al aire. Y eso es maravilloso, al menos desde nuestro punto de vista, ya que, podemos hacernos una idea de cómo era este cauce. Ser invisible ha significado su salvación del creciente entubado.

Somos conscientes de que la zona que os mostramos no es Aljucer, pero sus habitantes siempre han estado más vinculados a Aljucer que a El Palmar, por tanto, nos vamos a permitir, con vuestro permiso, esta licencia.

Queremos ilustrar esta maravilla con una maravillosa foto de Ricardo que, con mirada certera, ha sabido captar la luz, la belleza y la quietud de este paraje aislado e insólito, digno de ser conservado y cuidado. 

Y es que la acequia del Turbedal es uno de esos cauces que toma sus aguas de la Acequia Mayor Alquibla o de Barreras, en un paraje icónico de la Huerta de Murcia, la Noria de Alcantarilla. Su cola, o donde acaba, es el lugar llamado como La Confitera, en el que sus aguas vierten a la Acequia de Beniaján, (Ésta sí, límite entre El Palmar y Aljucer).

La Confitera es un lugar que ha significado, desde hace casi dos siglos, el punto en el que se encuentran, o se dividen, según se vea, El Palmar, La Alberca y Aljucer. Un lugar al que, en otro momento le dedicaremos su espacio.

Pues bien, la Acequia del Turbedal se ha constituido, desde antiguo, como la barrera entre el campo de Sangonera y la Huerta de Murcia. De hecho, esta acequia aparece en el Repartimiento de la Huerta de Murcia en el siglo XIII.

Por su enclave, cada vez que el Sangonera arrastraba por los distintos cauces en los que, antiguamente, desaguaba en la Huerta, en el Sudoeste de ésta, distintos materiales, colmataba la acequia, lo que aparece reflejado en la prensa por la molestias que producía en los agricultores:

El Diario de Murcia, 6 de octubre de 1888, página 3: 

"Ayer tarde fué la comisión de saneamiento al Turbedal, en la confrontación del Almanzora y vieron que hay unos sesenta metros de dicho cauce del Turbedal completamente inutilizados, pues han desaparecido.

Ya que los labradores en aquel punto no tienen agua ni para beber, por la imposibilidad de hacer su monda, ¿No sería posible que dicha comisión de saneamiento atendiera a la rehabilitación de este cauce?

También se nos ha dicho que hay unas 200 tahúllas enarenadas y con necesidad igual de que se rehabiliten sus cauces."

Además es una acequia que va marcando el límite de la huerta por lo que su altitud es mayor a la de otras acequias y su solera o fondo es menor a la de otras como su vecina, la acequia de Beniaján, que está a menor altitud y cuya solera es muy profunda. Estas características han marcado su evolución a lo largo del tiempo, siendo una acequia que ha necesitado de constante atención para su mantenimiento.

Es una canal importante y además, ha regado, tradicionalmente, algunas tierras de Aljucer como las de la familia del que escribe, muy cerca de la Calle Mayor.

Turbedal, además del cauce, es el nombre que se le da a las tierras regadas por medio de este canal, como es común en la Huerta de Murcia con las diferentes acequias. Por eso es habitual oír a los mayores que "Fulanito" tiene las tierras en el Turbedal,

El interés por enseñaros este trozo de acequia, que no es el primero que enseñamos, es el deseo de haceros saber que, eso que veis, es unos de los pocos tramos en los que podemos disfrutar de la del Turbedal al aire libre. Sirva este trasfondo para expresar nuestro profundo rechazo al entubamiento de las acequias por todas las consecuencias negativas que produce, desde la pérdida de un paisaje milenario a la pérdida de un hábitat para plantas y animales, pasando por la pérdida de estos canales como posibles cauces de evacuación de aguas en caso de inundación, entre otras razones...

Puestos a denunciar, no entendemos cómo se pueden hacer las cosas de forma tan cutre.

La carretera, que no nos gusta, ya que supone dar un paso para urbanizar aún más la huerta, que hicieron sobre el cauce de la acequia, en una zona próxima a Aljucer, cerca del Rincón de los Sastres y que da salida a la Carretera de El Palmar, ha estado cortada... ¡¡2 años!! porque se hundió, y ninguna administración fue capaz, en ese tiempo, de arreglarla.

En fin, mientras podáis, admirar y disfrutar de las acequias, de los quijeros, de su fluir del agua, de u su sonido, de su olor, del paisaje que las envuelve... De algo que ha sido y, aún, es característico en la Huerta de Murcia, su sistema tradicional de regadío.

Que las acequias sean invisibles para las mentes preclaras que quieren acabar con ellas. Y que gracias a que son "invisibles", todos podamos seguir disfrutar de ellas por muchos siglos más.

Muchas gracias por seguirnos.

Ginés Marín Iniesta 

 
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