Trasfondos de Aljucer
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domingo, 8 de marzo de 2020

Miopía persistente

Trasfondo n º 107

Fotografía de una de las construcciones de carácter industrial que se encuentran en Las Barracas, en la Carretera del Palmar en una perspectiva desde el Camino Viejo de Aljucer, junto a la Acequia Mayor de Barreras. 

Aunque esta fotografía de Ricardo tiene ya algún tiempo, es muy oportuna para abordar un nuevo trasfondo. Y es que, desde este rinconcico de Internet, que ahora alimentamos de uvas a peras, a veces no tenemos más remedio que expresar lo que sentimos, porque lo vivimos y nos arde. 

Nuestra visión, ha sido, habitualmente, la de construir y ver el vaso medio lleno, en los trasfondos que hemos compartido contigo. Sin embargo, a veces tenemos que exteriorizar nuestra frustración y nuestra impotencia cuando vemos que pasan los años y nada cambia. Nos explicamos. 

El otro día, en una reunión que tuvimos un grupo de gente que nos gusta sumar, nos dimos cuenta, en el transcurso de la conversación que hemos ido construyendo esta construcción que se llama Aljucer, sin planificación y con riesgo de que nuestro edificio se desmorone, o que otros lo construyan por nosotros. Y de esa conversación nació esta reflexión.

Resulta que, desde hace siglos, en este rincón del mundo que se llama Huerta de Murcia y, como no, en Aljucer, que se encuentra en dicha comarca, se ha tratado de sobrevivir, de ir tirando, de hacer las cosas hoy sin pensar en el mañana de forma sistemática. Esta cultura de afrontar las cosas está mediatizada por la costumbre, el uso, la cultura, en definitiva que se ha ido consolidando en este lugar, y en otros lugares de la huerta. 

Esta falta de previsión, de no mirar más allá, de no pensar a medio o largo plazo, ha dado como resultado el tipo de pueblo que tenemos, que, en cierto modo es la esencia y lo que nos define, hasta el momento, y que, en cierto modo, tiene su encanto y que nos define como comunidad. 

Esta forma de pensar y actuar, a corto plazo, tenía su sentido cuando la necesidad y las apreturas, cuando las desigualdades y la poca participación de la población en sus propias cosas, eran el pan de cada día. 

Pero en pleno siglo XXI, en el que hay una mayoría de la población que está formada, que no sobrevivimos sino que vivimos, que podemos salir de las apreturas del día a día, que vivimos en democracia y es posible la participación de los ciudadanos, nuestra forma de afrontar la realidad sigue siendo de igual manera que hace cien o doscientos años.

Si Aljucer se deteriora o se ha ido deteriorando, en algún momento, cosa que creemos firmemente, y no desde hace poco, es porque los que vivimos aquí no hemos querido, no hemos sabido o no nos hemos planteado ver con altitud de miras, siendo tan miopes como de costumbre. Y no les hemos trasladado con claridad esa clara visión a los que tienen la posibilidad de cambiar las cosas efectivamente.

Nos encontramos, entonces, con una población en la que hay muchas iniciativas asociativas, particulares, que juntas están cambiando muchas cosas, pero que parten de una atomización bastante fuerte, pero pocas iniciativas comunes, como comunidad, en las que tratemos de buscar una visión del lugar en el que vivimos con perspectiva, a 20 años vista, por ejemplo. De tal modo que, como pasa en algunos videojuegos, si no se avanza, se retrocede. Y ciertamente, creemos que es eso lo que está pasando, ya que el mundo sigue girando y todo sigue moviéndose y no moverse es retroceder. 

Esta actitud inmovilista, que surge de la indiferencia, de la despreocupación y la falta de compromiso con el bien común, se deriva en muchas pequeñas actitudes que, sumadas, dan un saldo negativo. Es decir, que con nuestras pequeñas acciones, lo que hacemos, es mucho, pero sin un sentido preciso, es como hacer una cosa y la contraria. 

De tal manera que es urgente que nos pongamos unas gafas de mirar a medio y largo plazo, con graduación en bien común, y que atendamos a distintos aspectos de nuestra sociedad a los que no estamos atendiendo. Y tenemos unos cuantos: la juventud, las personas mayores, el patrimonio, el medio ambiente, el crecimiento urbano sostenible, la participación ciudadana, la convivencia, la cultura, los servicios básicos,el transporte...

Tenemos la impresión que hay mucho por hacer y que poco se está haciendo y que, lo que se hace, no depende de los que vivimos de aquí, sino de los que viven en la ciudad y manejan nuestros destinos. Y como no tenemos un modelo que proponerles, se hace lo que se quiere o lo que se puede, aunque no tiene que confluir con el bien común, sino con el provecho de unos pocos. 

De tal forma que éste no es ningún mensaje rupturista, sino un mensaje en el que es importante que sumemos todos, que nos propongamos qué queremos hacer y que sumemos con todas las administraciones y entidades que tienen que ver con este lugar.

En estos momentos en el que la división y la separación es lo que está en tendencia, seamos diferentes, y tratemos de sumar, de estar unidos, de dialogar, de encontrarnos, de reflexionar, de llegar a acuerdos, de mirar más allá. 

Queda tanto por hacer, pero la tarea es tan excitante, que es cuestión de ponerse en marcha. 

Pongámonos gafas y miremos más allá. Seguro que vemos un modelo de pueblo que nos contenta y que nos hace sentir y vivir mejor, y por el camino, ya habremos cambiado. Pero es necesario que pongas de tu parte, tu pequeña y, sin embargo, necesaria parte. 

Gracias por visitarnos. Nos encantará saber qué te parece. 

Hasta pronto. 

Ginés Marín Iniesta   
 
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