Trasfondos de Aljucer
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domingo, 28 de junio de 2015

En los confines de Aljucer

Trasfondo n º 69:

Moreras junto a un brazal soterrado que riega de las aguas de la entubada Alquibla Madre

"Ojos que no ven, corazón que no siente". 

En un lugar al sur de Aljucer, cerca del límite con La Alberca nos encontramos una zona dejada, en franco deterioro. 

Existen, en este lugar, zonas amplias de huerta, pero degradadas. Las acequias que discurrían por esta área, en su mayoría, están tapadas.

La cercanía de la autovía ha convertido a este lugar en una tierra abandonada. Se ubica lo suficientemente lejos de Aljucer, o de La Alberca, o de El Palmar para que sea un trozo de huerta enfermo, que pude llegar a ser moribundo. 

Y es que lo que veis es un brazal entubado que nace de otra entubada acequia, la Alquibla Madre, la cual es ahora un desastroso camino que no lleva a ningún lugar. 

Las moreras de la fotografía son los testigos, chivatos, de la antigüedad de la zona y del trazado hidráulico por esta zona de la huerta,  por donde el agua va en dirección al extremo sur de la huerta, a las tierras que se encuentran a los pies de las montañas. 

Ricardo ha recogido, con esta instantánea, el desconcierto que plantea la visión de esta imagen. Las moreras han perdido su función. 

Si eran los linderos de una propiedad, ésta esta desdibujada, ya que los contornos de la zona en la que Ricardo tomó la fotografía son un auténtico erial, una extensión de tierra dejada, desaprovechada. 

Si su función era fijar el quijero del brazal, éste ya no existe, al menos en superficie. Por tanto, tampoco para ésto servirían las moreras. 

Aunque dan muchas y buenas moras, como no se encuentra en un lugar de paso ni accesible, tampoco podrán regalarles sus frutos a las gentes del lugar. 

Son árboles que han perdido su papel, en un entorno que está perdiendo su identidad y su función. En el que, en silencio, se va apagando, en los confines meridionales de Aljucer, el paisaje del que han disfrutado generaciones por siglos. 

Lo más doloroso es que, aunque está a plena luz, este lugar es invisible para la mayoría de nosotros, no cuenta, no existe. Si mañana desapareciera, ¿Cuántos de nosotros sabríamos situarlo? ¿Quién podría describirlo? ¿Perduraría algo de él?

Produce amargura presenciar el ocaso de algo que ha sido maravilloso y que ahora, simplemente, está dejando de ser. 

Es evidente que el lugar que os mostramos, con estas moreras, es un rincón herido de muerte, un lugar que, en unos años, no podremos disfrutar. 

Lo más inquietante es el siguiente pensamiento. Si éste sitio ya esta en vías de desaparecer, ¿Cuántos lugares más, como el que os mostramos, hay en toda la Huerta de Murcia?

Y si existen algunos que todavía se conservan, ¿Seremos capaces de protegerlos y mantenerlos? 

Nos invade el pesimismo al llegar a este punto de la reflexión, ya que no percibimos un interés general por salvaguardar estos pequeños rincones que conforman, con la suma de todos ellos, el paisaje huertano. 

La lejanía, los hace invisibles; la ignorancia los arrasa; nuestra indiferencia los destruye. 

Quizás, la visión de este rincón intrascendente nos pone frente al espejo, y nos devuelve la corta mirada que los aljucereños dedicamos a nuestro pueblo, especialmente a su huerta, a sus confines. 

Qué poco conocemos de algunas zonas de esta localidad, qué lejos nos quedan. 

Nos proponemos, con este trasfondo, que conozcáis los confines de Aljucer, que vayáis al norte, al sur, al este y a la oeste de la extensión de tierra que así denominamos. Que conozcáis los caminos, las acequias, los rincones, los árboles, los pájaros, que los viváis. Que seáis curiosos, que preguntéis. Que lo compartáis. Que os podáis sentir orgullosos o avergonzados. 

Queremos, en resumen, que te dejes seducir por el entorno en el que habitas. 

No queremos que seas indiferente. 

Seguro que "perdiéndote" por la huerta, encontrarás mucho más de lo que te esperas. Pero es decisión tuya.

Nosotros te lo contamos porque ya lo hemos experimentado. Y merece la pena “perderse” por la Huerta de Aljucer. Aún hay muchas cosas de las que disfrutar y que conocer. 

Sólo con nuestra atención y cuidado seremos capaces de hacer algo por esta huerta que nos rodea… si es que queremos. 

Nos encantaría saber tu opinión. 

Gracias por seguirnos. 

Ginés Marín Iniesta 


 
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