Trasfondos de Aljucer
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lunes, 23 de junio de 2014

Y de cómo llegar a odiar la huerta

Trasfondo n º 27

Desaparecido cobertizo para el ganado junto a los dúplex de la piscina de Aljucer


No nos gusta la huerta. La odiamos. No nos importa. O al menos, no se nos ocurre otra explicación.

Ricardo ha recogido el fabuloso cielo que nos envuelve y, en contraposición, nos muestra una imagen de una construcción descuidada, quizás para albergar al ganado, abandonada, que está siendo conquistada por una salvaje e indómita vegetación que la ataca naturalmente. La foto casi una pintura, un cuadro. 

Este cobertizo ya no existe, ya es historia. La fotografía es lo único que queda.

Creemos que, algo parecido, pasa con la huerta. Alguien, en algún momento, hizo una foto de la huerta. Esa foto se convirtió en la idea de huerta que ahora tenemos y  se convirtió en mayoritaria, la reflejó y ahí estamos anclados, como esta imagen fija de la foto de Ricardo. 

Un ejemplo de cómo los huertanos hemos perdido nuestra identidad, cómo vamos perdiendo nuestro paisaje y nuestro patrimonio, cómo nos hemos perdido en la foto, sin mirar la realidad que nos rodea, es nuestro "querido" Bando de la Huerta. 

El Bando de la Huerta es la imagen que fijaron los capitalinos de los huertanos, de la Huerta, y desde ahí, crearon una fiesta para regocijarse los primeros y mofarse de los segundos. Así idearon un carnaval mofándose de los usos, las formas, las tradiciones de gentes que han ido atesorando, generación a generación, una cultura milenaria, trasmitida oralmente. 

La gentes de la huerta, en un proceso que muchos han estudiado, han ido repudiando, casi de una forma inconsciente, su propia cultura y formas de vida para abrazar otro tipo de cultura, el de las gentes con poder económico y político, de otro origen, sobre todo escrito, y con otros valores. 

De esta forma, generación a generación, hemos ido encandilándonos con otras luces y hemos oscurecido las nuestras. Hemos buscado otros sonidos, silenciando los nuestros. Hemos buscado otros paisajes, destruyendo el nuestro. Hemos conocido otras costumbres, olvidando las nuestras. 

Aljucer, sus fiestas, el paisaje, las costumbres, su historia, sus gentes..., son fruto de este progresivo odio a la huerta, que nos condena a vivir en ella, pero a la que no queremos ni mirar. 

Mirando esta instantánea, podemos ir más allá, buscar el trasfondo del que hablamos. Vemos cómo el abandono ha ido arrasando con la ganadería y la agricultura, base de la cultura de esta tierra, cómo hemos ido colonizando de casas, las tierras que antes, con mucho esfuerzo, daban de comer a los habitantes de este lugar y, por extensión, de la huerta. 

En los diferentes trasfondos estamos apreciando la dejadez, la indiferencia, la poca valoración de todo lo que nos rodea, cuando hay muchas cosas, personas, costumbres, plantas, animales, dichos, formas de ver la vida, paisajes, etc..., que hacen de este lugar y esta comarca en la que vivimos, un lugar único.

No se trata de juzgar, se trata de observar, y, nosotros, observamos en rincones silenciosos, abandonados, e incluso desaparecidos, como el de la foto, una forma de vida que lucha contra la huerta, aunque no paremos de hablar de ella con cariño, nostalgia y cierta idealización. 

Aún así, seguiremos mostrando qué hay detrás de aquello que es cotidiano, que, a nuestros ojos, es feo o decadente, o bonito y nostálgico, o simplemente ignorado o desconocido. 

Para esto hacemos los trasfondos, para odiar un poco menos la huerta, para odiar un poco menos la cultura huertana. 

No sabemos lo que pensáis, pero nos encantaría saberlo. 

¡Gracias por seguirnos!

Ginés Marín Iniesta 
 
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