Trasfondos de Aljucer
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lunes, 14 de abril de 2014

Un arte en Aljucer

Trasfondo n º 18


Arte junto a la acequia de Beniaján


¡Qué bonica es la Primavera en la huerta!, ¡Cómo se ensancha el alma con el paisaje, la luz y la conjunción entre ambos! Qué bella esta foto de Ricardo, aún con todo el abandono que muestra. 

Sentimos una sensación extraña. Tenemos la impresión, al mirar la huerta, que somos testigos y beneficiarios de un inmenso tesoro recolectado durante muchos siglos, que estamos dilapidando, perdiendo, y no sabemos cómo mantenerlo. Sabemos que cuando lo perdamos lo echaremos de menos, pero no somos capaces de conservarlo.

Esta semana el trasfondo lo vamos a dedicar a esta huerta que celebramos dentro de poco. ¿Y cómo lo celebramos? La foto es una síntesis de la importancia cotidiana que le damos. 

La extraña sensación nos asalta al contemplar esta foto. Se trata de un arte, una aceña, (o ceña,como le decimos en Murcia), de hierro. 

Un arte, o aceña, o ceña, o noria de sangre es un  ingenio hidráulico que sirve para poder transportar agua de un nivel más bajo a un nivel más alto. El agua se puede extraer de un pozo, o de un cauce, pero el objetivo es llevar agua a distinto nivel. Y eso se hace con ayuda de una fuerza que haga funcionar tal ingenio. En este caso, son animales los que producen la fuerza para moverlo: una mula, un buey, un burro... 

Este tipo de ceñas las podemos encontrar en el campo y en la huerta y están en franca desaparición. 

Para hacer esta misma función, las gentes de estas y otras tierras hemos sido capaces de aprovechar las circunstancias que nos rodeaban para que fueran las mejores posibles. Por ello, ante tal necesidad, la respuesta ha sido distinta. 

Por ello, dentro de esta misma región que habitamos, en la comarca del campo de Cartagena, o en la costa nos encontramos molinos de viento, llamados de agua, que consiguen hacer lo mismo que la ceña pero gracias a la fuerza del viento, tan presente en esa zona. 

En el entorno del río Segura y todas las comarcas que éste riega, encontramos las conocidas norias o "ruedas", que se mueven gracias a la propia fuerza del agua en su discurrir por el cauce.

Cada ingenio hidráulico está situado en un lugar estratégico, meditado, estudiado. Un emplazamiento necesario y con unas características concretas. 

Y el de Aljucer sigue este modelo. Podemos disfrutar, aún, de un arte, una ceña de hierro en Aljucer. Está situado en la acequia de Beniaján, en su margen izquierdo, cerca del Rincón de los Bolis, en la zona que llaman el Partidor de Manzano. En este lugar, la acequia está a un nivel mucho más bajo que las tierras que riega, por lo que era preciso este artilugio para poder regar las tierras circundantes. 

El arte está, pero en un estado lamentable. Está oxidado y expuesto a desaparecer cualquier día.

En el caso de este arte, lo importante no es sólo el ingenio de hierro, también el entorno, la zona en la cual el animal ha pasado una y otra vez para sacar agua, la acequia de Beniaján, las regaderas o pequeños cauces que canalizan el agua elevada... Hay todo un entorno digno de ser preservado y que, está aquí, a muy pocos minutos de donde vivimos.

Aún podemos hacernos una idea, a través de la foto, de dónde estaban los cangilones, en donde se iba recogiendo el agua y que seguía un sentido vertical. Por otro lado, podemos observar el lugar en donde se introducía la madera que se unía al animal que hacía la fuerza y que sigue un sentido horizontal. Y uniendo ambas partes, un engranaje que hace que todo funcione. 

Al parecer, antes de este arte, hubo una ceña de madera, que, según cuentan, fue cambiada por la que podemos ver, en los primeros años del siglo XX. No es extraño, de este modo, que este artilugio ocupe este lugar desde hace, al menos, un siglo. 

Como anécdota os queremos contar que, cuando fundaron la Peña Huertana "El Trillo", al Grupo de Coros y Danzas que crearon le llamaron "La Ceña", en honor a este artilugio hidráulico. 

A nosotros nos encanta que todavía podamos disfrutar de este tipo de artilugios, aunque ya no funcionen ni sean necesarios. Apostamos porque sean recuperados y valorados. Y que se le dé una función, ¿Por qué no didáctica? ¿Por qué no lúdica?

Si nos lo permitís, este trasfondo lo vamos a dedicar a todos los que, con su trabajo, a lo largo de los siglos, han hecho posible que podamos vivir y disfrutar de este entorno que sentimos nuestro y que llamamos huerta. Y también a aquellos que nos han transmitido su historia, su interés, su riqueza. Gracias a ellos podemos disfrutar de entornos como el que os presentamos. 

Ésto es para nosotros la actual huerta de Murcia, en una foto, riqueza derrochada. 

Ginés Marín Iniesta


 
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