Trasfondos de Aljucer
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domingo, 8 de febrero de 2015

El puente tuerto

Trasfondo n º 52

Sillares maltratados de un puente del siglo XVIII, como mínimo

Tenemos un puente tuerto en Aljucer. Tenía dos ojos y le taparon uno. Ahora sólo vemos un ojo. Bueno, quizás ni lo vemos. Quizás ni sabemos que está. 

Dejadnos contaros esta historia desde el final. 

Fijémonos primero en la foto mirada de Ricardo. Una foto que nos confunde. Una foto a un lugar singular y extraño. 

Nos muestra una foto de la Calle Escultor Roque López, en Aljucer, en el punto en el que nos sorprende una acequia y en el que nos encontramos con unas piedras que nos obstaculizan el paso. 

Hemos oído a mucha gente de Aljucer quejarse de esos "pedruscos", el sinsentido de su situación, el hecho de que dificulten el paso. 

Nos encontramos dos piedras, manchadas de pintura roja. Ese color rojo es un recuerdo del momento en el que los hierros que llaman la atención de la situación de ambas fueron pintados por un descuidado pintor al que se le derramó la pintura sobre esas piedras.

Con muy poco espacio para el paso de los peatones, nos encontramos esta vez con una baranda algo más grande, de color amarillo, esta vez, que impide la caída a la acequia antes citada.

¿De qué estamos hablando? 

Pues bien, la acequia que veis es la Acequia Mayor Alquibla o de Barreras. Es la misma acequia sobre la que se asientan el Molino de Oliver o el Puente de la Torre de los Tudela

En el punto en el que Ricardo ha puesto hoy la mirada, existe un puente del siglo XVIII, bajo los pies de los peatones. En este punto exacto, hay uno de los ojos del puente, que permite cruzar la acequia sin problemas. 

En dirección a la iglesia, en la misma calle, sin percibirlo siquiera, unos pocos metros después cruzamos un segundo ojo del mismo puente. Ese segundo ojo tapado, el que hace tuerto a este puente, es el que nos permite cruzar la acequia de Alguazas. 

Es este lugar, si se hubiera conservado, un lugar bastante singular. Dos acequias que, durante unos metros, transitan paralelas y que salva su paso un puente de dos ojos. Además una nace de la otra, (la de Alguazas nace de la Mayor), unos metros antes aguas arriba, en el paraje conocido por los aljucereños como "Las Corrientes"

Por si fuera poco tal cantidad de circunstancias, la actual calle Escultor Roque López, es parte del antiguo Camino Real de Cartagena, paso obligado, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, de los viajeros que quisieran ir, por esta ruta que atraviesa el Puerto de la Cadena, desde Murcia a Cartagena.  De tal forma que este puente formaba parte de las infraestructuras de ese camino real.

Para añadir más peculiaridad a este espacio, en la acera de enfrente a la que se pueden ver los restos que fotografía Ricardo, en el pequeño tramo que dibuja la calle Escultor Roque López, podíamos disfrutar, hasta hace medio siglo aproximadamente, de dos molinos, el llamado Molino de las Siete Piedras y el Molino Chico. Es más, la turbina de éste último estaba, sobre la Acequia Mayor, un poco antes de llegar al puente. Al final de esa acera, al llegar al cruce con la Calle Vereda, nos encontrábamos con una casa de gran porte que, según las informaciones que tenemos, fue sede el desaparecido Ayuntamiento de Aljucer en el siglo XIX y Casa del Pueblo en la época de la Guerra Civil. 

Una vez situados, es el momento de explicaros que el puente al que nos referimos es un puente de dos ojos, hecho en el siglo XVIII, más allá de 1750, hace unos 260 años, sobre un puente anterior que estaba en mal estado y del que quedan restos bajo las hechuras del siglo XVIII. 

El encargado de diseñar el puente fue Tomás Montalvo y su "hacedor" Diego Galtero. 

La profesora de la Universidad de Murcia, Concepción de la Peña Velasco, escribió un breve artículo sobre esta obra, que os enlazamos

                     
                            Diseño del puente, Tomás Montalvo (1752)            Ojo derecho del puente, Andrés Serrano (2003)                                                 

Para nosotros es un desastre la gestión que se ha hecho de este espacio, de su conservación y divulgación. 

En primer lugar, conociendo las autoridades pertinentes su existencia, han ido conformando la ordenación de esta calle de una forma desordenada. Han ido ocultando este monumento a pesar de que el Ayuntamiento de Murcia, en el año 2004, ya le dio al puente el máximo grado de protección y lo incorporó al Catálogo de Edificios y Elementos Protegidos del Plan General de Ordenación Urbana de Murcia. 

Podríamos enumerar varias de las cosas mal hechas con este bien patrimonial. 

Por un lado, se ensanchó la acera, cosa necesaria para el mejor tránsito de los vecinos, de forma que no se entendiera la existencia de los sillares y quedaran aislados, sin posibilidad de entender qué son y para qué sirven. Se podrían haber tomado otras decisiones, como hacer esta ampliación de la acera con un material transparente que permitiera ver la acequia y la fachada del puente, al estilo de pasarelas modernas o de los yacimientos arqueológicos que son visibles gracias a un piso de un material que permite ver los restos sin dañarlos y permitiendo su paso sobre ellos. 

Por otro lado, no hay un rótulo o un cartel que ponga que ahí hay un elemento digno de ser conservado y conocido, lo que permite el sistemático deterioro de éste.

Más aún. Cuando pusieron los hierros que protegen los sillares, la persona que los pintó, quizás en un descuido, derramó sobre los sillares pintura. Han pasado unos cuantos años de aquéllo y nadie ha hecho nada y ni ha asumido ninguna responsabilidad sobre esta negligencia. Es más, la vegetación ha empezado a crecer junto estas viejas piedras. 

En fin, desafortunadamente, este puente tuerto y maltratado, es uno de esos ejemplos de la poca sensibilidad que tenemos, como comunidad, por nuestro patrimonio, y que se concreta en la errática gestión de las autoridades en el cuidado de este bien común.

Si este trasfondo sirviera para que alguien hiciera algo por este puente, nosotros estaríamos, de sobra, alegres. 

Al menos, queremos que veas más que unas piedras manchadas rodeadas de unos hierros que entorpecen el paso. 

Si lo hemos conseguido, nos damos por satisfechos. 

Nos gustaría que compartieras tu opinión. 

Gracias por seguirnos. 

Ginés Marín Iniesta

 
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